La construcción del mandala da inicio cuando se trazan las líneas arquitectónicas en una base sólida o tekpu. Una trama geométrica conforma el diagrama que servirá como base para la aplicación de la arena de colores. Empleando una herramienta llamada chakpur (conos metálicos con una pequeña abertura en la punta), los monjes aplican y trazan los símbolos y estructuras del mandala. Su construcción se desarrolla en el curso de una semana sobre una plataforma fija, y al finalizar, este es destruído y recolectado como un símbolo de la impermanencia.
En el Tíbet a este arte se le llama “dultson kyilkhor”, traducido literalmente como: mándala de polvo de colores.